LAS PLAYAS DE TARRAGONA: ARENA DORADA Y PATRIMONIO
Tarragona es una de las ciudades con mejores playas de la costa peninsular. Cuenta con 12 kilómetros de playa de arena dorada, de ahí el nombre turístico de Costa Dorada. El color dorado característico de la arena de las playas tarraconenses se debe a las pequeñas partículas de mineral de pirita, que la hacen brillar.
La Costa Dorada ha sido reconocida año tras año con Banderas Azules de la Fundación Europea de Educación Ambiental, tanto por sus playas urbanas como por sus playas más salvajes. Gracias a la protección del medio ambiente que se ha llevado a cabo en los últimos años, Tarragona es la capital de provincia del Estado con más kilómetros de playa en estado natural, con una amplia biodiversidad vegetal y animal que vive en los bosques, las dunas y los humedales costeros. En Tarragona existen dos zonas protegidas muy bien conservadas: la playa de Tamarit, en la desembocadura del río Gaià, y la Punta de la Mora, que forma parte del Plan de Espacios de Interés Natural (PEIN).
Sin embargo, las playas de Tarragona no esconden solo tesoros naturales, sino también tesoros arqueológicos.
LOS ROMANOS Y LAS PLAYAS
Los romanos no "iban a la playa". Lo de tumbarse bajo el sol para coger color es un concepto muy contemporáneo. En la antigüedad (y hasta no hace mucho), estar bronceado era propio de las clases bajas. Una piel oscurecida indicaba que la persona trabajaba de sol a sol, algo impensable para las élites. Sin embargo, las élites romanas eran conscientes de los beneficios sobre la salud que tiene el agua yodada de nuestra costa y tenían villas de veraneo junto a la playa. Uno de los ejemplos más cercanos lo tenemos en la villa romana de Els Munts, en Altafulla. Es una villa junto al mar, donde se trabajaba la tierra, pero también con espacios para el ocio. En Els Munts, todavía se pueden visitar dos baños, unos de agua dulce en la casa y otros de agua salada en la playa.
Sin embargo, aunque conocían y explotaban las cualidades salutíferas del agua salada, el mar era para los romanos un espacio no de ocio, sino de comunicación, de comercio y también de expansión militar. Y era, sin duda, un lugar cargado de peligros: tormentas, piratas, naufragios… Las travesías marítimas en aquellos tiempos no siempre llegaban a buen puerto y las costas mediterráneas están llenas de pecios, barcos hundidos que miles de años después se han convertido en fuentes históricas valiosísimas para arqueólogos e historiadores. A lo largo del último siglo, la disciplina de la arqueología subacuática se ha ido desarrollando cada vez más y nos ha ayudado a descubrir parte del patrimonio sumergido de la antigua Tarraco.
PIONEROS DE LA ARQUEOLOGÍA SUBACUÁTICA: EL SARCÓFAGO DE HIPÓLITO
El 26 de agosto de 1948, en Tarragona se produjo un descubrimiento realmente pionero en la arqueología subacuática. Unos jóvenes que hacían inmersión en la Punta de la Mora vieron un objeto que en un primer momento confundieron con la caja de un camión. En realidad, acababan de descubrir un sarcófago romano del siglo III d. C. ricamente decorado con escenas del mito de Hipólito y Fedra.
Ese objeto que en un principio no les pareció importante acabó implicando a buena parte de la sociedad tarraconense del momento. El rescate de la pieza fue muy accidentado. La barca con la que se intentó extraer el sarcófago del lecho marino estuvo a punto de hundirse en varias ocasiones debido al peso y enseguida se generaron numerosas noticias, artículos y también disputas científicas sobre cómo había ido a parar debajo del agua aquel excepcional sarcófago de mármol.
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Toda esta expectación ayudó a iniciar el estudio de la arqueología subacuática en las costas de Tarragona. Basta con imaginarnos cómo se hacían las inmersiones en los años 50 y 60 del siglo XX, con escafandras y poca o ninguna formación, para alcanzar a concebir la importancia de los estudios que se crearon en ese momento y lo pionera que fue la Real Sociedad Arqueológica Tarraconense en este tipo de estudios. A lo largo de las siguientes décadas, en el fondo marino de la costa tarraconense, se descubrieron, por ejemplo, una serie de columnas de granito provenientes de Troya, al parecer destinadas al porticado del foro provincial de Tarraco.
Lo que la Real Sociedad Arqueológica Tarraconense nunca pudo recuperar fue la tapa del sarcófago. Con o sin tapa, el Sarcófago de Hipólito, expuesto permanentemente en una de las salas de la Torre del Pretorio, es una de las piezas artísticas más impresionantes que se pueden admirar en Tarragona.
UN PUERTO ROMANO, AÚN POR ESTUDIAR
Han pasado más de 70 años de ese primer hallazgo subacuático en Tarragona, pero la arqueología y la ciencia no se detienen y hoy seguimos trabajando en este campo. Hace pocos años se produjo otro hallazgo extraordinario bajo el mar: un puerto industrial romano.
A 11 kilómetros de Tarragona, se encuentra la cantera del Mèdol. Hoy es un gran parque arqueológico visitable, pero hace 2000 años era el lugar de donde se extraía la mayoría de piedra utilizada para la construcción de la parte monumental de Tarraco. Casi en línea recta desde el Mèdol, a un kilómetro hacia la costa, encontramos la playa de la Roca Plana, donde en verano de 2017, miembros del Instituto de Arqueología Clásica de Cataluña (ICAC) descubrieron una serie de estructuras que corresponden a uno de los pocos puertos de uso industrial que se han encontrado en el mundo romano y que pueden visitarse in situ.
Desde este puerto, zarpaban barcos cargados de bloques de piedra del Mèdol para construir la ciudad de Tarraco. Desde siempre, los expertos habían imaginado que la piedra necesaria para erigir los monumentos de Tarraco llegaba a la ciudad a través de la vía Augusta, en carros tirados por bueyes, pero este descubrimiento hecho en la Roca Plana nos hace pensar que los materiales llegaban por vía marítima y el estudio del yacimiento, todavía en curso, nos aporta una información valiosísima sobre la industria en la sociedad romana.
SI QUIERES SABER MÁS...
Como historiadoras, arqueólogas y apasionadas del patrimonio, siempre nos había interesado el tema subacuático y de ahí surgió la idea del libro Historia sumergida. Trece yacimientos arqueológicos bajo el agua, editado por Angle Editorial. En él presentamos 13 de los hallazgos subacuáticos más espectaculares de la costa catalana, valenciana y balear, desde la prehistoria hasta la guerra civil.